EL AMBIENTE PREPARADO MONTESSORI “SOLO MUEBLES BONITOS Y PEQUEÑOS?”

EL AMBIENTE PREPARADO MONTESSORI “SOLO MUEBLES BONITOS Y PEQUEÑOS?”

Paola Minetti
Psicóloga

Una de mis mayores intrigas desde que comencé a trabajar y a estudiar esta filosofía es ¿qué es lo que se presenta tan enigmático dentro de esta pedagogía que despierta tantas pasiones? Sin duda, la belleza de los ambientes Montessori genera un impacto visual que nos deja atónitos y pensando “algo bueno o diferente debe suceder aquí”.

En el recorrido de la carrera he podido evaluar unos cuantos factores, que van desde los aspectos pedagógicos hasta los abordajes institucionales que se realizan del método.

El tema es tanto más infinito como apasionante. Aun así, creo que el más rico aporte es volver al origen y releer tantas veces como sea necesario, los textos de Montessori. Ahí es donde radica el mayor de los “secretos”. Claro, en Argentina, aún no sabemos exactamente bien porqué prácticamente son muy pocos los títulos a los que se pueden acceder.

De todos modos, y retomando el tema, quiero yo también hablar de la importancia de un ambiente preparado. Este concepto, que tanto se ha popularizado y que tantos artículos circulan por internet, es más, mucho más que mantener un espacio cuidado, bonito y con los objetos necesarios que el niño utiliza a su alcance. La liviandad con la que a veces su emplea el concepto, se ha facilitado de tal manera, que a veces dudo, si raya la moda y se acerca a lo banal.

La idea de esta estética es principalmente el cuidado, pero hablo aquí del cuidado emocional del niño. Que nunca se menciona en los innumerables artículos sobre ambientes preparados que he leído.

Que el niño sepa y pueda tener libertad de movimiento, le permitirá adquirir confianza en el espacio y como consecuencia directa, de sí mismo. Sin ir más lejos, pensémonos nosotros, como adultos, nos desenvolvemos en armonía en ambientes o grupos conocidos, en los que podemos predecir de alguna manera lo que sucederá. Eso nos brinda comodidad y espontaneidad. Habiendo una vez vivido esta experiencia, sí podremos dar un paso hacia lugares menos conocidos.

Que el niño se sepa capaz de acceder y utilizar objetos, a los cuales los adultos reservamos para nuestro uso, con el cuidado y la responsabilidad que requiere por ejemplo, manipular vidrio o usar elementos con filo, en ese acto le estamos diciendo que confiamos en él, que sabemos que podrá hacerlo.

No solo le estamos garantizando nuestra confianza en acto, sino que además le ayudará a adquirir precisión del movimiento, entrenar su motricidad, construir a nivel psicológico su esquema corporal.

Esto es, solo por mencionar algunos de los beneficios del ambiente preparado, pero lo que me interesa destacar aquí, es el paralelismo que hay por ejemplo entre ofrecer al niño una silla que pueda transportar por sus propios medios y el sostén emocional que existe detrás de ese acto, la confianza que le estamos ofreciendo. Y este sí efectivamente es el punto, la confianza, es el mejor “regalo” que le podemos dar a nuestros niños.

Comentarios tales como “te dije que no subas…” “¿viste? Te dije” “te vas a caer” “me cansaste” “me avergüenza ese comportamiento” “no te va a querer nadie”, frases tan comunes y que se expresan automáticamente que se naturalizan sin medir el daño que estamos causando a corto y mediano plazo. Son frases de mucho peso, que calan hondo y sumergen al niño en aguas oscuras de confusiones e inseguridades, que luego cuando mayores, no logran identificar su verdadero ser, dudan de lo que sienten y piensan. Solicitan la mal o bienintencionada aprobación por parte de otro pero siempre parcial y externa. Han escuchado tantas veces, que “no pueden solos” que es muy difícil salir de esas afirmaciones sin ayuda.

“Criemos niños que no deban recuperarse de su infancia” En eso estamos, aquí. Nuestro primer paso es sincerarnos como adultos y tomar conciencia de la distancia que estamos creando entre nosotros y nuestros niños y más aún, entre ese niño y su ser más genuino.

Por eso insisto e invito, a que el ambiente preparado, trascienda el mobiliario. Que podamos sostener esta bella propuesta desde un contacto emocional, verdadero y consciente. Esta alianza, entre el posibilitar y el confiar, solo llegará a ser válida y abrazarlos, si los adultos que estamos mirando somos conscientes de este maravilloso proceso y lo respetamos tal y como se nos presenta, la naturaleza del niño es el amor, ahí hay límites y reconocimiento propio, paz sin condiciones, autenticidad sin máscaras.

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